Las pruebas en las baterías como una herramienta para el mantenimiento preventivo.

Un programa de mantenimiento puede garantizar que las baterías estén en buenas condiciones, prolonga su vida útil y encuentra el momento óptimo para el reemplazo. Un programa que incluya inspección, medición de impedancia y pruebas de capacidad es la manera de dar seguimiento al estado de la batería. La degradación y las fallas se encontrarán antes de que se vuelvan serias y asi se pueden evitar inconvenientes operativos.
Breve historia de las baterías
Una batería eléctrica, o acumulador eléctrico es un dispositivo eléctrico activo que consiste en una o más celdas electroquímicas que convierten la energía química en corriente eléctrica en nivel DC. Cada celda consta de un electrodo positivo (+) o cátodo y un electrodo negativo (-) o ánodo. También contiene un electrolito que permite que los iones se muevan entre los electrodos, permitiendo que la corriente fluya fuera de la batería para llevar a cabo su función, alimentar a un circuito eléctrico.
Las baterías se presentan en muchas formas y tamaños, desde las celdas en miniatura que se utilizan en los audífonos y relojes de mano, a los bancos de baterías estáticas de grandes dimensiones que proporcionan energía electrica a computadores, centros de datos y sistemas de telecomunicaciones.
El 20 de marzo de 1800, Alessandro Volta comunica su invento de la pila que actualmente lleva su nombre. Tres años después, en 1803, Johann Wilhelm Ritter construyó su acumulador eléctrico; como muchos otros que le siguieron, era un prototipo teórico y experimental, sin posible aplicación práctica. Ya en 1836 John Frederic Daniell inventa la pila Daniell, a partir de la pila de Volta, pero que evita la acumulación de hidrógeno. Poco después, en 1844, William Robert Grove inventa su propia pila, que representa una evolución y aumento de potencia respecto de las anteriores. En 1860, Gastón Planté construyó el primer modelo de batería de plomo y ácido con pretensiones de ser un dispositivo utilizable, lo que no resultó más que relativamente cierto, por lo que no tuvo éxito. A finales del siglo XIX, sin embargo, la electricidad se iba convirtiendo rápidamente en artículo cotidiano y, cuando Planté volvió a explicar públicamente las características de su acumulador, en 1879, tuvo una acogida mucho mejor, de modo que comenzó a fabricarse y ser utilizado casi inmediatamente.